Vibraciones

(Bill Brandt)

Anochece y extiendes tu arpa. Palpas la textura de su armazón. Deslizas las yemas afiladas por sus cuerdas. Contienes tu respirar. Agudizas la percepción. Escuchas sus sonidos. Una larga canción fluye a través de tus venas, recogiendo lo más antiguo de ti. Pero ahora permaneces sumamente atenta. Tus nervios se contraen ante la novedad, diría que se tensan. Sientes que llega una inspiración diferente a tus sentidos. Percibes que se deslizan arpegios que desconocías. Nuevas notas fluyen aún desordenadas, pero tenaces, a través de tu piel. Intuyes que una presencia distante te las sugiere al oído. Las haces tuyas. Observas cómo los primeros susurros fructifican en tu pecho. Los haces crecer. Al principio es un oscuro temblor. La inseguridad de una procedencia cuyas señales débiles van adquiriendo consistencia poco a poco. Luego interviene tu capacidad decidida, abierta. Pruebas. Flota dentro de ti un ritmo in crescendo, cuya calidez te gusta. Vas adecuando ese ejercicio etéreo a tu medio. Cada movimiento va encajándose dentro de ti. Abres tu regazo para abarcarlo. Te gusta que persista. Vibras, según va llegando. Te apoyas en el arpa escuchando el rumor del viento que llega con él. Promoviendo tu oleaje. Huele a tierra húmeda.