Esporas


Sospecho que los astros que rondan tus cabellos son mis últimos latidos. Los que dejé en tus oídos mientras me moría un día más. Con la única muerte aceptable. La que tú me brindas. La que yo te procuro. Ellos han quedado como testigos invisibles. Sólo los advertimos tú y yo. Y según se van diluyendo como esporas de plata sientes que se incorporan a tu condición de mujer que ama. Hay un puente de ternura entre el hombre que se desgarra en cada encuentro y la mujer que le acepta. No teme él perderse de sí mismo. Porque se halla en ti. No le causa impresión quebrar el eje de su cordura. Porque se renueva en ti. No le importa cubrir el mundo de un grito colérico. Porque tú le dotas de armonía. Cuando caigas profundamente dormida esta noche, podrás decir que te cubren las estrellas de mi firmamento. Leves gotas de mi saliva sobre tu desnudez.