Habla el hombre

(Alvin Booth)


No, no te voy a soltar. Mas bien te elevo.Y lo hago con energía y aplomo. Te atraigo hacia mi para poner tu rostro ante mi rostro. La luz de tu cara que hurto a las fotografías y a las ondas inalámbricas y a la oscuridad de las noches. No hay vida entre nuestras manos si no nos miramos a los ojos. Si no nos roza el aliento mutuo. Si no sentimos el contacto iniciático de nuestra piel. Si no escuchamos nuestros balbuceos. Si no nos pensamos. Si no hacemos del abrazo un solo cuerpo. Sólo después nos estará permitido el desvanecimiento al que deberemos ceder. Ahora te hago ascender para que estés donde debes. No a mi altura, sino a la altura donde debes estar. La que rescatas, la que te hace volver a emerger, la que recuperas. Yo acaso soy tu intermediario. Pero, ¿sólamente eso? No, soy el destinatario de ti misma. El territorio que desea ser habitado por ti. No puedo ocultar cómo me atrae tu desnudez. Cómo tu cuerpo es el cuerpo del que mi sangre carecía. Pero es más. Tu desnudez no es el vacío, sino la ratificación de tu carácter. Te elevo y atraigo hacia mi tu carácter. Y con él, despierta tu orientación. Y con él, se refuerza tu confianza. En la abundancia de tu cabello se acumula el viento y las irisaciones del cielo y el oleaje que golpeó costas que no supieron hacerte suya. Buceo en tu cabellera ígnea, en tu boca sanguina, en tus pechos de plata, en tu sexo coralino. Tu arquitectura edificará para mi su cobijo. Y yo te poblaré a salvo de las acechanzas.