En mi

(Erick Kellerman)


Debes venir a mi. La hora de la canícula tiene tu nombre. También tu rostro de dulce abandono. Debes venir. Las palabras van desvaneciéndose. Las miradas se fijan y se desbordan. Los dedos exploran otros dedos. La piel que yo te ofrezco no pide nada a cambio. La calidez que tú aproximas a mi, yo la asumo. La tarde se configura de otra manera para nosotros. No hay momento del día. Tú y yo somos los momentos. Somos espacio, tiempo, receptividad, entrega, búsqueda, destino. Somos clima. Nos integramos en el encuentro que no tiene hora. Vas descubriéndome. Vas entendiéndome. Vas proyectándome. Como si hubiera creído conocerme durante años, y llegas tú y me abres de nuevo. Hombre mío, todo está siempre abierto para el infinito que mora en nosotros. Tómame, haciendo de mi pasado y futuro. Tú eres mi verbo. Tú mi sabiduría. Tú mi progresión. Hoy te encuentro más lleno de vida. Rezumas a ti mismo. Pero algo me dice que vas teniendo mi sabor cada día que transcurre. No puedes ya desviarte de mi. Y yo al estirar mi abrazo, te abarco en él.