Los dedos perdidos

(Katia Chausheva)



En el arrobo pierdes
el control de tus manos.
No te importe. Saben
orientarse solas.
No hay secreto alguno para ellas
en el recorrido de tu cuerpo.
Tus regiones
son cabalgadas desde la cabeza
hasta los pies
sin que dejen otra huella
que no sea la del placer.
A veces tus palmas se dejan caer al vacío.
Otras se retraen
activando un puño
contra lo impalpable.
En su prolongación
tus dedos tactan el aire.
Y se mojan con la saliva de los sueños.
La inercia los hace íntimos.
La exploración los torna sabios.
Al alcanzar los lugares más acogedores
evocan al hombre.
Un instante de furia
y los dedos caen
quebrados y ausentes
entre las sábanas y tus gemidos.