Eclipse de hombre


Vas hacia él, vas hacia una parte que desconocías. ¿De él? Acaso de ti. Todos tenemos infinidad de espacios que nos son ignotos. Avanzamos en años, creemos conocernos. La percepción sobre uno mismo la transformamos en una identidad que nos parece que interpretamos. Pero siempre el cuerpo, el ser, la vida, siguen desbordados por espacios y luces que no se clarifican, que no nos iluminan. Moriremos sin saber de nosotros. O sabiendo escasamente de nosotros. Es propio del humano. Nos atiborramos de recuerdos y de vínculos con nuestra nostalgia. Tú avanzas, tú muestras tus brillos, no temas ofrecer tus sombras. Él las tiene, pero rechaza vivir en ellas. Todo queda atrás. Sois resurrectos. Individuos en trance de estar siempre elevándose. La salvación no es un estado. Es un ejercicio. Impuro, insuficiente, inacabado. Vuestra desnudez es también vuestra posesión. Tenéis tanto de lo que estar contentos. Y al contemplaros desprovistos de los disfraces de lo convencional, de lo que aleja a los seres, os ratificáis más allá de lo onírico, más allá de lo opaco. Vas hacia él, que es como decir que vas hacia ti. El sol en la espalda.