Señales


Si tu gesto fuera el arbotante de una catedral yo entraría en ella a adorar su fe. Si una letra haría de mi vida una adscripción a su aprendizaje. Si una geometría volvería a estudiar la disposición de los viejos prismas olvidados hasta dar con el tuyo. Si un menhir rozado por el aire y el agua yo me metamorfosearía en todas las furias desatadas. Si una flecha me pondría por medio para que me atravesara. Si un falo, yo sería el hombre de la verga gigante que sementó la Tierra. Puede que tu gesto sea algo más convencional y simple. Pero a partir de él, dejaré de hablar, me acercaré a ti, me perderé en tu mirada y tomaré tu dedo entre mis labios. Al catarlo, sentirás que mi humedad empieza a correr también por tus venas. Y tu boca emitirá señales de frescor. Apacíguame como tú sabes. Mi sed viene de antiguo. No hay manantiales en los recodos del camino que me hayan calmado jamás. Pero todas las señales que me dan sosiego vienen desde tu presencia. Y al sentirla, hago de tu cuerpo mi cuerpo.