Mesadura


(David Bergman)


Cuando te recoges el pelo, él se pone de pie. Un impulso le va a llevar a incorporar sus manos a las tuyas. Entonces le dejarás. Darás paso a que su cuerpo se anexe a tu cuerpo. Él también se ha desnudado. Le atraes más que la noche. En ese juego de sombras, él te prefiere. Revolotea con sus dedos sobre tus cabellos. Corrige su dirección. Los alborota como un juego. Los escarba. Traza surcos que arañan sus raíces y a ti eso te pone la carne de gallina. Luego sumergirá su nariz y su boca tratando de husmear el barro del que estás formada. Inspirará hasta alterar su olfato. Lo lamerá hasta dejarse tomar por su amargor. Sentirás cómo sus dentelladas tiran de las hebras que ocultan tu cuello. Nada de lo que portas, sea cual sea el lugar de tu cuerpo, lo percibe él alejado de sus sentidos. Más bien los abre, los desvela. En cada exploración hay un inicio. En cada experimentación, él se afianza en ti.