Despliegue

(Duane Reed)


Hay atardeceres en que me olvido de todo. Aunque estés de viaje, aunque aún no hayas llegado a casa. Mientras te espero, hago una ceremonia de mi extensión. En mi extensión está acurrucado el deseo, presto a manifestarse. Y me abro, me desprendo de los espacios obsoletos, o los modifico, y me dejo caer en el vacío. Un simple aire, la calidez acumulada en el cuarto, un ruido sorpresivo, un estremecimiento inesperado...Cualquier factor ambiental actúa sobre mis sentidos. No pienso en nadie. Ni siquiera en ti. O pienso en ti, reconduciéndome. Siento entonces que el calor me presiona los brazos, o que el frescor urgente me acaricia entre los muslos, o que el ruido imprevisto es una voz firme que se me impone, o que un insecto que roza mis pómulos me hace abrir los labios, o que el goteo de un grifo obra como un jadeo en mis oídos...Y en ese ensanchamiento donde tengo de todo y carezco de nadie, la agitación prende de abajo arriba. Y me desazono, y los espectros de la inmediata llegada de la noche se ciernen sobre mi. Mi sombra se proyecta por todos los ángulos de la estancia, y allá por donde miro soy yo pero soy otra. Y veo en mi a todas las mujeres que he deseado ser. Y un leve frenazo de coche en la calle me hace pensar en ti. Estoy a punto, aquí, seas o no seas tú, estoy dispuesta para que el paraje de mi cuerpo quede a tu merced. El campo de batalla está preparado para que ejercites tu arte, amor. Sin vencedores ni vencidos.