Manu militari

(David Bergman)

Haces de tu extensión un reino. Y en él te creces. Y con él te me ofreces en conquista. Al dejarte derribar me llamas en la urgencia de tenerme. Expandes tu pecho y es como si resonaran las trompetas de una caída que no será tal, porque yo te alzaré. Convertiré a mis manos en una avanzadilla que alivie el hundimiento. Después aproximaré mis tropas. Avanzarán mis brazos y mi boca y mi torso dispuesto a ocupar el tuyo. Trabaré el limes de tu geografía con mis piernas. Utilizaré la forja de mi carne para extraer la sustancia que tu fuego subterráneo me brinda. No habrá estrategia que no haya convenido contigo previamente. La táctica será otra cosa. No puedo revelar el orden de despliegue, porque en el factor sorpresa estará el triunfo de mi enseña. Entraré en el combate no para hacerte prisionera, porque sé que ése es también mi riesgo. Aunque trate de rendirte, podremos pactar las condiciones. No cabe esperar destrucción alguna, porque esa suerte también se cierne sobre mi. Y si cabe una muerte, que sea mutua. Una muerte llevadera, donde el instante sea un vuelo. Y el desgarro agónico exude dulzura.