Geografías

(Nad Iksodas)


Se complacía en saltar con la palma de su mano sobre las dunas del cuerpo de ella, en adentrarse por sus espacios laterales con las puntas de sus dedos, en asomarse a la caída de los perfiles redondeados, en extenderse por sus llanos, en sumergirse en las zonas umbrosas, en sorber en sus pequeños lagos, en recoger los guijarros adheridos caprichosamente, en desplazarse por las mesetas de sus músculos tranquilos, en palpar las formaciones recónditas, en arar con sus uñas las estrías de su piel, en escalar las prominencias de su torso, en escarbar entre sus erupciones cálidas, en ascender hasta el belvedere de su mirada larga, en registrar las líneas afiladas de su contorno, en descansar sobre sus valles, en contemplar, en fin, silencioso y admirado, desde su altura, todo el territorio que se desplegaba aromático e intenso para él.